sábado, 12 de junio de 2010

DE COMO NO ESPANTAR A LOS MOSQUITOS

Como ya vengo diciendo ultimamente, estos días estoy en la recta final de los exámenes y, por lo tanto, mucho trasnochar, poco dormir, retomar la cafeína, etc. Pues resulta que esta noche me ha vuelto a pasar algo interesante, he aprendido como no se debe espantar a los mosquitos estando dentro de un recinto cerrado.

Estaba yo sumergido en los apuntes con un ojo, con el otro leyendo como España se hunde poquito a poco cuando, mientras daba un sorbo al café de polvos mágicos "Jacobo" (en serio se llama así y está más bueno de lo que podría parecer) he notado una de las peores sensaciones del mundo. Concretamente el insufrible zumbido de uno de esos gorrones con alas pasando a escasos milímetros de mi oído. Hay pocas cosas que me molesten más que eso, como que me salte el límite de 72 minutos de megavideo en medio de algo interesante ó el capítulo final de Lost.

Me he levantado, he puesto la habitación patas arriba y cuando creía que el chupóptero se habría ido de nuevo por la venta, en ese momento justo ahí estaba viniendo directo a mi oído como si yo fuera la estrella de la muerte y mi oído la escotilla a bombardear. Lo he esquivado ágilmente y lo ha vuelto ha intentar así que lo he vuelto a esquivar. Tanto me ha emocionado el esfuerzo y tesón que le ponía a su tarea de jorobarme que no he podido reprimirme y le he dado un aplauso. ¡PLAS! Ni que decir tiene que no ha resistido tal muestra de afecto, también es verdad que el pobrecillo se ha puesto en medio...

A los 5 minutos, estando de nuevo en el escritorio, he sorprendido a otro bichejo de estos. Este no era tan valiente como el anterior, se ha esforzado la mitad y ha decidido atacarme por lo bajini en un brazo. A este no le he aplaudido, directamente lo he aplastado. Ha sido unos de esos aplastamientos en los que el bichejo tenía medio depósito lleno y te deja un manchurrón de sangre. Vamos, que parecía el tipico videojuego de orcos cuando les asestas un golpe crítico con algún martillo legendario.

Ha sido en este punto cuando he decidido hacer algo contra la invasión. He pensado diferentes maneras hasta que he dado con la "solución". Resulta que de la barbacoa multitudinaria (que un día relataré, lo tengo a medio escribir) sobró un aceite de antorchas y alguna antorcha de esas tipo hawaiano. En la botella del aceite sale un mosquito dibujado, así que he deducido que era repelente. Pues bien, he cogido una antorcha de estas, he sacado bien de mecha para que tirara buena llama antimosquitos y lo he puesto en la habitación. Lo he puesto dentro porque si lo pongo por fuera y alguien lo ve, ó llaman a los bomberos ó al psiquiátrico.

Antorchita en acción


Cuando ha pasado una hora, sin mosquitos, todo hay que decirlo, he ido a recoger la antorcha y me he encontrado la sorpresa...

Daño colateral. Ha sido necesario para garantizar la seguridad e integridad física de los ciudadanos de la república independiente de mi cuarto.


Resulta que el aceite refinado este espanta muy bien los mosquitos, pero tira un humo negro que ni que hubiera estado aquí Locke jugando al ajedrez. En fin, guapo ha quedado un trozo de techo. Pero bueno, nada que un buen cepillo de dientes no pueda quitar. Y eso es todo, dejo una foto de la culpable de mis últimas "locuras/estupideces".

Mi "pequeño" homenaje particular a la cafeína. Fruto de un día que tomé mucha... qué si no.
(Se que al menos un J. adorará este mural...)

Y así termina otra estúpida vivencia...

¡Hasta la próxima!

jueves, 10 de junio de 2010

AMANECER EN VIENA Y DE COMO CASI LA LÍO

Como siempre que duermo poco me ocurren cosas graciosas, aviso que este tema va enfocado a reír un poquito.

Estaba yo estudiando toooooooooda la noche, como vengo haciendo unos días ya (nada raro en mí si me conocéis bien y nada raro en mucha gente que yo conozco) cuando presa de la desesperación (porque si no entra en español, en inglés(alemán ni te cuento) he decido tomar un descanso a la señal de un sonoro bostezo y unos estiramientos de esos que bien se te podría desencajar un hombro. Al estirarme hacia atrás en la silla, elevando los brazos para desperezarma, le he dado sin querer con la mano izquierda un porrazo a la estantería que tengo delante sobre la cabeza y me he enredado con un cordón. Mientras veía como me enredaba y con la inercia del bostezo de hipopótamo de charca, notaba como un objeto seguía al cordón y auguraba un estrepitoso desastre sobre mi escritorio. Se trataba de la cámara de fotos...

Caía pues mi compañera de fechorías que de todo se acuerda como un meteorito aniquilador en dirección no sólo a mi escritorio, sino que iba cargada por el demonio en dirección a lo que más quiero en el mundo mundial (hablando de objeto inerte), mi ordenador...

Rápidamente, con reflejos felinos, que para eso nací bajo el signo de Leo, he activado mi cerebelo y con la velocidad de un encantador de serpientes he intentado coger la cámara al vuelo con la mano derecha. Hubiera sido un movimiento perfecto de no ser porque he olvidado el pequeño detalle de abrir la mano para coger la cámara y, por lo tanto, le he propinado sin venir a cuento un "soplamocos" a la pobre que le he quitado hasta la pintura. No ha acabado ahí el mal. La pobre dolorida ha salido despedida en dirección a la ventana, la cual, como hace un calor "deandarsemienbolas" estaba abierta de par en par y para colmo, el arquitecto que diseñó la residencia, que también era adivino, no tuvo mejor idea que ponerla en la trayectoria de la cámara...

Gracias a Dios, una ráfaga de viento de las que abundan ultimamente, ha movido la cortina, justo lo suficiente para que la cámara se quedara más dentro que fuera de la habitación, ahorrándome así el disgusto de bajar a por sus restos.

Todo esto para decir, que cuando me he levantado a por ella me ha venido una revelación. He tenido la fabulosa idea de hacer lo que veréis a continuación (mejor con sonido). Creo que se me ha ocurrido porque el susto de la cámara ha acelerado mi pulso mandándome oxígeno extra a mi cerebro, es más ha debido activar partes que ni sabía que tenía...



El vídeo lo he realizado tirando fotos con trípode cada 5 minutos (aproximadamente) desde las 3:40 hasta las 8:10 de la mañana. El montaje ha sido lo de menos, me ha costado unos 20 minutos mientras merendaba (si, yo meriendo a estas horas).

En fin, a ver si me siguen pasando cosas de estas rápidas de escribir que si no, este blog no avanza.


¡Hasta pronto!