lunes, 27 de diciembre de 2010

LA GALERÍA DE LA ACADEMIA (FLORENCIA III)

Continuando con el relato de Florencia (I) y (II) voy a proceder con esta maravillosa Galería.

La mañana del segundo día teníamos una cita, a las diez teníamos que visitar la galería de la Academia. En mi cabeza tenía una idea clara como la mitad de un huevo. El David de Miguel Ángel estaría allí, el original, ¡rechace imitaciones!. Y junto a él, mil esculturas más del mismo calibre. Iba a ser una visita interesante pero no salió como esperaba...

Extraído de la wikipedia:
La Galería de la Academia es uno de los museos básicos de Florencia, dedicado a escultura y pintura (e instrumentos musicales, añado yo). Se encuentra en la Vía Ricasoli 60, cerca del convento de San Marcos.

Salimos del hostal y cinco minutos más tarde ya estábamos a las puertas. Junto a ellas, una cola kilométrica que parecía la oficina de racionamiento de cualquier país en guerra, un día que se ha corrido la voz de que ha muerto algún caballo. Nosotros, como llevábamos las entradas pre-compradas (gracias por el consejo, madre), recé por las almas de aquellos pobres incautos y nos dirigimos a la puerta saltándonos la cola como los VIP's en las discotecas chulis. Ahí nos bajaron de la nube con un jarro de agua fría en forma de dedo que señalaba la cola de los VIP's, que por lo que se ve, había unos cuantos aunque en unos quice minutos ya estuvimos dentro.

Exteriores de la Galería


En la primera sala hay un montón de cuadros entre los que destaca algún que otro lienzo enorme. No perdí mucho tiempo aquí aunque me llamó la atención “la mujer de la silla que chista”. No era un cuadro, era más bien una escultura porque no se movía absolutamente nada a pesar de estar viva. Lo único que hacía era chistar cada vez que alguien sacaba la cámara del bolsillo. Lo hacía igualito que una locomotora de vapor cuando frena en la estación.

La sala contigua a la derecha, está llena de instrumentos musicales. Había unos viejísimos, otros de formas imposibles y otros que era imposible que sacara un sonido agradable. Había incluso unos cuantos para probar y para los que no se podían tocar, hay ordenadores que reproducen sus sonidos. Curiosa sala que no pegaba con el resto.

Auténtico violonchelo de Stradivari (1690), fabricado para el Gran Príncipe Ferdinando .

Retrato del Gran Principe Ferdinando (Fernando de Médici), quien murió loco
de amor (esta claro que no con su estilista).

Piano vertical más antiguo conservado. Original del inventor Bartolomeo Cristofori.


La tercera sala es la del David. Según entras ya lo ves al fondo, en un sitio provilegiado con esas cavidades abovedadas al rededor, que lo hacen destacar más aún. A su alrededor un porrón de gente mirándole el pinganillo. Para llegar a su altura hay que tomar muchos Petit Suis (vaya chiste...), hay que pasar por delante de unas seis esculturas más, la mayoría de Miguel Angel aunque hay algunas en duda por sus cinceladas más zaborreras. Esta esculturas están a medio hacer. Siguiendo la teoría del propio autor, lo que intenta expresar es que dentro de cada bloque de mármol hay una escultura esperando que la saquen a relucir... Vamos a ver campeón, a mitad de escultura se te ha ido la mano con el martillo y te has cargado un detalle que te gustaba mucho como la nariz respingona o algo de eso y te ha entrado la rabieta de dejarlo tirado. Eso, o te cansabas, o te ofrecían algo mejor y como “yo soy el artista y yo lo valgo” lo dejas a medias con la excusita. Por cierto, T. deberías haber tomado nota de la excusa para cada vez que dejabas un cuadro a la mitad...

Sala del David

Tres de las esculturas a medias o "prisioneras"


A continuación de esta sala hay otra con esculturas de yeso (moldes de las reales ó simplemente ensayos de los alumnos de la Academia). En el segundo piso sólo había expuestas pinturas de los siglos esos donde no sabían pintar todavía (anteriores al XV). Me refiero a esos cuadros de gente amorfa y con unas perspectivas que dan ganas de llorar. Además, el 95% de las pinturas eran “Cristo en la cruz con la lanzada en el costillar” y después de ver 20 ya aburre. Eso si, al igual que se hace en la actualidad con las películas malas actuales en las que para atraer al personal incluyen uno o varios de los factores mágícos creadores de audiencia (zombies, ninjas, señoritas al natural y sangre) en estos cuadros de pésimo atractivo solía haber, un zombie (técnicamente, según el diccionario, lo es) y chorrancanos de sangre super gores (los ninjas se desconocían en esa época y las señoritas "au naturel" debían estar mal vistas en las representaciones).

Me gustaría incluir aquí un pequeño homenaje a alguien muy especial. Filippo Brunelleschi es uno de mis superhéroes favoritos, no sólo por sus obras arquitectónicas que de por sí ya me tenían conquistado, sino por su mayor aportación a la humanidad. Qué grande, qué genio, qué tiparraco, a este me lo llevaba de fiesta. ¿Qué diantres habrá hecho el mindundi este?, os preguntaréis. Pues bien, este portento humano le dio un vuelco al arte y sentido a la vida de muchos. Resolvió el problema que hace que mucha gente, entre los que me incluyo, nos den ganas de vomitar cuando vemos un maldito cuadro del siglo XIV, de esa época en la que no sabían pintar porque todavía no había llegado mi amigo B., esos cuadros sin perspectiva, sin proporciones, de parbulario, los de la Academia vamos. Lo siento para el que le guste ese tipo de arte, pero un servidor siente náuseas al ver una pintura que por muy bonito que sea el marco, los colores o las salpicaduras de sangre, no deja de tener la misma profundidad que una pintura rupestre o un jeroglífico de los hombres-bestia-dioses. Lo desvelo ya, Filippo Grandioso Brunelleschi formuló las leyes de la perspectiva cónica dando comienzo a la era de oro de la pintura de visión realista y el fin a la tenebrosa era de las proporciones parbularias hace poco retomadas para crear South Park. ¡Gracias B.!

Un cuadro feo aunque no tanto.

Este si que es feo con avaricia.

Este es F. Brunelleschi quien, después de revolucionar el arte, del asombro se
quedó de piedra y descansó.


Concluyendo con este museo, esta galería es chiquitina, se ve en dos horas y cuesta 15€ si lo compras con antelación. Si, al contrario, lo compras in situ es más barato pero te arrepentirás. Yo lo reconozco, soy un lisiado cultural y las obras me gustan o no me gustan. Personalmente sólo por ver el David si que volvería a pagar la entrada. Lo demás me pareció en su mayoría morralla (ya podéis lanzar las piedras).

Sobre el David. Miguel Angel se encargó de darle forma a partir de un bloque reciclado que otro escultor estropeó con torpeza. Varios escultores más intentaron aprovechar este bloque enorme, apodado “El gigante” (irónico, ¿no? ya que David se suponía bajito y debilucho) por los 6 metros que medía en origen. Miguel Ángel tardó dos años en esculpirla y en 1504, la colocaron en la Plaza de la Signoría donde hoy se encuentra una copia. En un principio estaba destinado a situarse en lo alto de uno de los contrafuertes de la Catedral, sin embargo, quedó tan bien que les pareció un desperdicio dejarlo tan alejado de la vista. La escultura guarda un secreto en sus proporciones. Está esculpida con la intención de que se vea desde abajo y que desde ese punto parezca que tiene las proporciones perfectas. Sin embargo, si nos alzáramos a la altura de sus ojos (5,2 metros nada más), veríamos que tiene una señora melondra que de ser real sólo podría usar camisas de botones. Por otro lado, el gachupino este gastaba unas manos de abanicador de multitudes, parecen aspas de molinos. Se discuten muchas teorías sobre su pose y expresión, unos dicen que es justo antes de atacar al gigante, otros que justo después de vencer, lo único que os digo yo es que, sea cuando fuere, hacía mucho mucho frío. Para terminar, esta escultura ha sufrido más de un revés, nada más terminarla, una muchedumbre la apedreó porque no la querían en la plaza. En otra ocasión le cayó un rayo. Durante una revuelta le amputaron un brazo y la dejaron así 16 años. Y no hace mucho un locuelo le machacó el meñique con un martillo. Su alegación: “Me miraba mal”.

De fuera a adentro, "el David" en detalle incluída la controvertida expresión facial.



Dejo este video de la galeria para los que quieran saber un poco más de su aspecto. No es mío:




Hasta aquí llego por hoy. Seguiré con Florencia.
¡Hasta Pronto!