miércoles, 8 de diciembre de 2010

SANTA MARÍA DEL FIORE, EL CAMPANARIO DE GIOTTO Y EL BAPTISTERIO (FLORENCIA II)

Continuando con el relato de Florencia (I), me meto de lleno a mostraros el conjunto que conforman estas obras maestras en la mejor plaza florentina.

La Basílica de Santa Maria del Fiore es la catedral (duomo) de Florencia. Una de las iglesias más grandes de italia, y el mayor punto de interés de Florencia, Santa María del Fiore es, para muchos, la primera obra maestra de la arquitectura renacentista.

Skyline de la plaza fiorentina.

Foto de la plaza con un efecto raro raro raro. (No hace falta decir que no es mía)


Aunque la iglesia fue diseñada por Arnolfo di cambio en 1296, la cúpula no se empezó a construir hasta principios del siglo XV. Di Cambio llevaba mucho tiempo muerto, y ninguno de los arquitectos de la época sabía como construir una estructura tan colosal, puesto que en Florencia estaba prohibido utilizar contrafuertes y el mortero tardaba varios días en secarse.

Espectacular frontal de la Basílica

Lateral de la Basílica.


Pero no todo estaba perdido. En un sorprendente giro de los acontecimientos, Filippo Brunelleschi, arquitecto que había sido derrotado en un concurso para diseñar las puertas del baptisterio, ganó en la competición para construir la cúpula. Y lo hizo por delante de Lorenzo Ghilberti que previamente le había derrotado.

Contrafuertes de la cúpula.


Brunelleschi inventó máquinas para subir los ladrillos de la cúpula de modo que llegaran hasta los albañiles, y consiguió construir toda la cúpula, de 115m de altura, sin usar cimbra (una estructura de apoyo para sostener la bóveda mientras se colocan los ladrillos). Este método fue revolucionario ya que otra opción que se barajaba era rellenar toda la catedral con tierra para construir la cúpula encima. Con más de cuatro millones de ladrillos, la cúpula quedó terminada en 1436. En 1446, tras la muerte de Brunelleschi, se añadió la linterna. Cuando se terminó esta catredral, resultó ser la mayor de Europa con capacidad para 30.000 personas recién duchadas. Actualmente es la quinta más grande según la wikipedia.

La magnífica cúpula que tantos dolores de cabeza dio.

Aquí es donde caben 30.000 gachupinos...

... y esto es lo que miran cuando están a punto de asfixiarse... por lo menos es bonito.


La primera vez que vi la catedral fue todo un shock. Veníamos de celebrar mi cumpleaños en el restaurante, semiperdidos por las callejuelas de otra época del centro florentino y en total soledad por la ya entrada noche. Fue así, zigzagueando, cuando al girar a la izquierda en una esquina cualquiera y sin previo aviso (¡coñe, estas cosas se avisan, que luego la gente se atraganta!), apareció orgulloso, inmenso e inamovible, el culamen más grande y a la vez bonito que jamás he visto. ¡Vaya trasero que gasta la catedral! No veas la impresión al ver y reconocer esa grandiosa construcción en mármol tricolor (curiosamente comparte los colores de la bandera italiana con tres tipos de mármol diferentes, blanco, verde y rojo), y vaya hermosura de cúpula, más grande que la esperanza de un pobre, por la que tantas horas había estado trepando (en el Assassin's Creed). Cuando pude reaccionar y separar la vista de tamaño espectáculo miré instintivamente a la izquierda buscando a un gigante conocido y allí estaba. ¡Vaya preciosidad el Campanario de Giotto!

Culamen de Santa María del Fiore

Aunque no lo parezca, esto es lo que se ve del Campanario si te tumbas a sus pies boca arriba.
(El ojo humano capta muchas más cosas que una mala cámara de fotos)


Aunque lo empezó el célebre arquitecto y pintor Giotto di Bondone en 1334, mientras ejercía de capataz en la construcción de la catedral, este famoso campanario gótico aún no estaba terminado cuando Giotto falleció. Andrea Pisano le relevó, pero en 1348 murió víctima de la Peste Negra.

En 1359 la torre fue completada por Francesco Talenti, que se apartó del plan original de Giotto en el diseño de las tres plantas superiores. Lo que hizo fue agrandar cada planta de modo que, al ver la torre desde abajo, la perspectiva hace que los tres pisos parezcan del mismo tamaño.

Vista de la torre desde su base


La torre está recubierta de mármol blanco de Carrara, mármol rojo de Siena y mármol verde de Prato (al igual que la catedral). Para llegar a la cúspide hay que subir 414 escalones en forma de espiral asi que sólo es apto para gente con buenas patejas. Por cierto, vi a un padre subir con mochila modelo turistón y crío de unos 4 años en un arnés al pecho, ¡olé! (true history).

Torre desde la propia catedral


En una de las casas colindantes, que seguro que tienen su propia historia pero la desconozco, hay dos grandes esculturas de dos hombres de vestimentas de épocas dispares entre si. Se trata de Arnolfo di Cambio, quien diseñó y construyó la mayor parte del duomo y, a su derecha Filippo Bruneleschi, quien observa pensativamente su obra capital.

Arnolfo y su colega, Brunelleschi, descansando después de tanto trabajo


Volviendo a la Catedral, ya por la parte delantera se te cae la babáncana al ver la preciosa fachada con los incontables detalles que la adornan. Entre el Duomo y la torre, casi se me parte el cuello de mirar para arriba, eso sí, no paré hasta que encontré un relieve de Wally. Justo delante de la puerta principal se encuentra el Baptisterio, que sigue la estética de los demás. De él es destacable la puerta principal cubierta de detalles a cascoporro y diseñada por el archienemigo de Brunelleschi, Lorenzo Ghilberti.

Baptisterio


Se cree que el Baptisterio es el edificio en pie más antiguo de la ciudad. Se cree, debido a las excavaciones que así lo apuntan, que el Baptisterio se encuentra sobre un edificio romano de la antigua Florentia (probablemente una torre de guardia). Con certeza se sabe que en el siglo IV se construyó un primer baptisterio octogonal en ese emplazamiento. Más tarde en el siglo VI, Theolinda, reina de los Lombardos, construyó el primer baptisterio cristiano sobre el anterior para conmemorar la conversión de su marido. Se convirtió así en la segunda basílica extramuros (después de la que se conoce ahora como la basílica de San Lorenzo). La forma actual comenzó a construirse en el año 1.059 y poco a poco se le dio forma hasta que entre los siglos XIV y XVI se le añadieron las famosas puertas entre las que se encuentra la de Ghiberti.

Interior del Baptisterio


Ghiberti, a la edad de tan sólo 21 años, ganó el concurso para construir las preciosas puertas en bronce. Tardó 21 largos años en completarlas y el resultado es inmejorable. Las puertas constan de 28 paneles de bronce tallado, 20 de los cuales representan escenas bíblicas del nuevo testamento y las 8 restantes a algunos de los evangelistas de moda. Tras 21 años haciendo el mismo trabajo con tan genial resultado, se cubrió de fama y recibió encargos a punta pala incluyendo algunos del mismísimo Papa. No obstante, el encargo que más me ha llamado la atención es el de realizar las Puertas Este del mismo Baptisterio fiorentino, para el cual, tan sólo tardó con la ayuda de su equipo de artistas la friolera de 27 años. En total, 48 años de su vida haciendo cuatro puertas, eso sí, muy cucas.

Puerta Norte (la de 21 añicos de construcción)

Puerta Este (Puerta Paraíso de Ghiberti, la de 27 añicos de currele,
nótese que molan bastante más que las otras, en parte porque usa la perspectiva cónica)


Para terminar, mencionar que esta plaza es impresionante. Tanto de día como de noche, aunque prefiero la segunda opción, cuando los turistas están durmiendo ó comprándose piernas nuevas en el mercado negro, detrás del hospital, junto al cementerio. Lo de tener esas tres maravillas prácticamente para ti sólo es una gozada. Verlo, con o sin luz, es como ver dos sitios completamente nuevos. Por el día, las partes de mármol blanco brillan que da gusto, más aún ahora que acaban de pasarles la balleta (ya tocaba). Por la noche dan ganas de tumbarse en una hamaca para admirarlos sin perder detalle ni vértebras. Por desgracia, las visitas a su interior son sólo de día y hay tantos turistas que se te van las ganas de entrar sólo por no tener que esperar horas al sol (esto último me ha recordado que cuando fui a Port Aventura con 15 años esperé sin rechistar 2 horas para subir al Dragon Khan, en fin, otros tiempos, ahora no tengo paciencia, me lo ha debido pegar M.). La catedral creo que costaba 6-8€, el baptisterio lo desconozco y la torre eran 6€ (más las rodillas nuevas). Me hubiera gustado mucho subir a la torre pero al final lo dejé para la próxima porque no vi ningún montón de paja en los alrededores. Aparte, después de 7 horas (sí, siete en letra) de patear museos hubiera llegado a la cima con los muñones y habría tenido que bajar haciendo la supercroqueta.

Para terminar, vuelvo a dejar el video que preparé por si queréis verlo sin tener que volver al anterior capítulo:

Continuaré el relato con la Galería de la Academia. ¡Hasta pronto!

1 comentario:

  1. Me encanto florencia... parece q hemos hecho el mismo viaje... Roma-florencia-venecia pero es una pena que no subieras a la cupula... merece la pena, la prox. vez no puedes perdertelo... y los trenes tambien nos toco estilo harry potter

    ta lue...

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