martes, 20 de octubre de 2009

MI PRIMER DÍA EN VIENA


Todo comienza en el aeropuerto, era un día nuboso, a punto de llover, humedad del 99% y unos 26º de temperatura. Sales del túnel de "descarga" y te encuentras con un pasillo kilométrico y sinuoso. lo primero que piensas es:
"¿Donde narices está mi equipaje? y, ¿a quién le pregunto yo y en qué idioma?"
Como todos tenían la misma cara de no saber que hacer que yo tenía, empecé a andar hacia la salida y a la tercera vez que me preguntaba si sería por la otra dirección llegué a la cinta transportadora del equipaje, un alivio por cierto el ver que mi maleta estaba en su sitio.
Lo siguiente que tuve que hacer fue desplazarme a Viena, para ello había varias opciones:
  1. -Taxi por 24€
  2. -Tren directo por 10€
  3. -Metro-tren por 3,6€
Elegí la última de casualidad y tras 5 minutos desesperantes intentando descifrar con el diccionario lo que decía la maquina de los billetes, un austriaco me preguntó si necesitaba ayuda (evidente) y me ayudo a obtener el billete y a explicarme que dirección debía tomar.

Llegué a la estación de Praterstern, lugar que mi buddy llamada Esther (compañera que me había asignado la universidad para ayudarme a empezar) me había indicado en un correo electrónico y donde se supone que me estaría esperando para acompañarme a su casa. Me había ofrecido quedarme un día ya que en mi residencia no podía hacerlo hasta el día siguiente porque no tenía las llaves. Había quedado que le llamaría al llegar allí a un teléfono que me había facilitado. Aquí es donde me di cuenta de que mi compañía de teléfonos (Yoigo) no opera en Austria y es más, ni siquiera cobrándote un pastón como harían otras. Mi teléfono era igual de funcional que un ladrillo en ese momento y en mi mano derecha llevaba una maleta de 25kg, en la izquierda una de 10kg y en la espalda otra igual.

En este punto fue cuando me puse a buscar una cabina de teléfonos como loco y, para mi sorpresa, el ayuntamiento debe pensar que como todo el mundo tiene móvil, ya no hacen falta las cabinas y hay 4 diseminadas por toda Viena, bueno igual hay más pero en ese punto concreto y con los nervios del momento no vi ni una. Decidí salir de la estación e ir preguntando hasta que a la media hora encontré una cabina y pude llamarla pero su móvil estaba apagado. Vaya broma más pesada a la quinta vez me reí de la situación y decidí que o bien me buscaba un hotel, o bien buscaba por mi cuenta su casa. En ese momento recordé que tengo GPS en el móvil así que, con cautela busqué la dirección intentando esquivar las miradas de los posibles cacos. No en vano, acostumbrado a España me veía como el plato más apetitoso de todos los posibles maleantes de Viena, un tío con tres bultos pesados que apenas podía desplazarse, un móvil llamativo y un portátil nuevecito. Pues así, con cautela, miré en el GPS el camino y me dispuse a andar hacia el piso de esta chica cuando me di cuenta de que estaba a 2km y que sería imposible con tanto peso. Desistí y fui en taxi, de lo cual me alegro porque vaya callejuelas, tenían muy mala pinta en principio porque era por debajo de la vía del tren. Más adelante descubrí que en Austria la delincuencia no existe y que son más blandos que el pan del chiste, digo blandos en plan "buenas personas".

Una vez en el piso, encontré una nota en la puerta de la calle dirigida a mi, decía que había perdido el teléfono el día anterior y que llegaría sobre las 5 y pico y que su puerta era la 21. Perfecto pensé, ya que eran las 5 y todo parecía que iba bien ahora, pero me equivoqué. Resulta que en Viena no se estilan los ascensores y que la puerta 21 significa subir 5 pisos de escaleras antiguas con 40kg de peso. Tras el ejercicio, teniendo en cuenta que para no dar sobre peso en el aeropuerto llevaba puesta ropa "pesada" de invierno más bien y la humedad de Viena (mayor aún en ese piso junto al canal), llegué al quinto piso empapado en sudor al más puro estilo de Valencia. Cuando recuperé el aire, al rato llegó Esther y fue un alivio el poder dejar el equipaje tranquilamente.

Curiosidades sobre los pisos en Viena: este piso en particular tenía grandes habitaciones con grandes ventanas y techos muy altos. En contra de las costumbres españolas aquí descubrí que en esta ciudad se acostumbra a tener en un cuarto de baño el inodoro y en otro cuarto de baño la ducha y el lavabo. En Viena no se sabe los que son las persianas y amanece muy muy pronto, lo cual, si lo sumas a esos ventanales tremendos el insomio está asegurado. Eso, si, los pisos están muy bien insonorizados y aislados contra el frío. Es común usar parqué e ir descalzos en los pisos con este instalado. Y la última curiosidad sobre este piso en particular es que tenía en el salón un pequeño radiador que estimo medía 2 metros y medio. Aquí las pruebas:


Como Esther habla muy bien español, estuvimos hablando sobre cosas que se pueden hacer o ver en Viena y al rato ducha y a dormir porque al día siguiente tocaba ir a las 8 a por las llaves de mi cuarto en la residencia. Eso si, antes de dormir, me convenció para acudir a una "Critical mass" al día siguiente pero eso es otra historia.

Más y mejor en otro post.

5 comentarios:

  1. chusé!!! muy ameno e interesante!!! Y aki en Finlandia tambien tiene el cuarto de baño separado en dos... yo tambien empece ayer con un blog (bueno el lunes):

    http://losmeandros.wordpress.com/

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  2. Espero que nos hagas un analisis en profundidad de las diferencias y similitudes de las dos culturas, la austriaca y la española, ole; como ya he visto.
    Que vaya bien.
    Aitor

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  3. To Javi:

    Me apunto tu blog y le iré echando un vistazo para ver que es de tu vida!

    To Aitor:
    Lo haré, o lo intentaré, el siguiente tema cargado de fotos!

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  4. jajaja, me he sentido muy identificada con tus rondas por la city manejando 40kg, quien dijo que cabía poco en esa maleta?. Teresa

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  5. Menuda aventura! Lo mismo me sirve tu blog como guión para el mío!

    Ortegaelbarbas

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